Por Ignacio Koblischek. Todos los derechos reservados.

Origen del Sistema Heráldico (1120/1150-1170).

Origen. Por origen del sistema Heráldico entendemos el momento en el que el escudo y los adornos colocados sobre su superficie, se convierten en un un solo emblema con carácter denotativo y con la capacidad de identificar al titular en todos los ámbitos. El Sistema Heráldico es una creación colectiva fruto del proceso evolutivo que convierte al símbolo altomedieval en emblema heráldico, por lo que no se puede dar una fecha o acontecimiento exacto para su origen. 

A partir del primer tercio del siglo XII (entre 1120-1150) observamos como los escudos se convierten en soporte de emblemas utilizados anteriormente en enseñas, monedas o sellos. 

Para obtener la fecha de inicio de esta etapa se ha tomado como referencia el primer testimonio heráldico hasta ahora fechado con total exactitud, el sello de Raoul de Vermandois Senescal de Francia, de 1146 y restarle unos veinticinco años, tiempo suficiente en los que se supone el inicio de su uso antes de pasar al sello.  Con esta premisa, podemos acotar el origen del sistema heráldico desde el primer tercio del siglo XII (1120-1150) hasta 1170, fecha en la que se perfila y consolida el escudo como soporte preferente a este tipo de emblemas. 

En este período se produce la fusión de distintos grupos emblemáticos sobre la superficie del escudo. De este modo, se perfila el escudo como el soporte idóneo para emblemas, convirtiéndose además en un signo de poder y lo que es más importante, un nuevo tipo de emblema. Es entonces cuando se origina el Sistema Heráldico.

Podemos resumir la trayectoria del escudo, desde su consideración como arma defensiva hasta su conversión en escudo de armas, del siguiente modo: arma defensiva, arma defensiva decorada, atributo del guerrero, signo de poder, soporte de poder, soporte de emblemas y escudo de armas.

En la península ibérica, en la coronación imperial de Alfonso VII en la catedral de León el 26 de mayo de 1135, ya hay constancia de emblemas heráldicos (león en monedas, por ejemplo). 

Contexto histórico.

Europa abierta. La Europa del siglo XII, a la que Heer (1) denomina "Europa abierta", coincide con el origen del Sistema Heráldico. Precisamente esta actitud es la que propicia el florecimiento de este fenómeno. Por el contrario, como ya veremos más adelante, la Europa del siglo XIV, a la que el mismo autor califica de "Europa cerrada", supone la crisis del sistema. "Mentalidad abierta" hace referencia a una predisposición del hombre, que consiste en una nueva forma de pensar y de relacionarse, considerado en esta época como "homo viator". 

Todo ello propició una serie de acontecimientos: 

-Las ciudades crecen a un ritmo vertiginoso, la burguesía toma fuerza y se fundan las primeras universidades (la de Bolonia en 1119). 

-Comienzan los gremios de artesanos, el comercio se configura como la principal fuente de riqueza y proliferan las ferias y mercados. Se producen, además, cambios generalizados en otros ámbitos como la aparición de la letra de cambio, que supone una reacción frente al viejo Derecho Común y agiliza los intercambios entre particulares. Asimismo, se producen intercambios con otras culturas debido a las peregrinaciones y cruzadas 

-En el aspecto personal, hacia el año 1120 en Alemania, se empiezan a poner los apellidos junto a los nombres; en León, Castilla y Portugal estaba muy extendida "la sucesión del hijo en el equipo de guerra del padre"(2).

-En literatura se inicia un nuevo género: las novelas de aventuras y de caballeros, diferenciadas ya del Cantar de Gestas y claro exponente del "amor cortés" (3); y en el campo del arte, el románico alcanza su mayor desarrollo en esta época. 

Origen (1120/1150-1170) 

Necesidades emblemáticas. 

Las necesidades emblemáticas del siglo XII pueden concretarse en tres planos distintos:

Plano del mensaje. Transmitir mediante signos, el ejercicio del poder por una persona en particular, en un territorio concreto y con una determinada dignidad. 

Plano del tipo. Utilizar signos que transmitan todo lo anterior de forma concisa y clara, con carácter denotativo y función ornamental. 

Plano del soporte. Expandir el ámbito de difusión de estos signos de poder, no sólo en monedas, sellos o enseñas. Buscar un soporte adecuado que pueda representarse sobre cualquier superficie y que se considere un signo de poder. 

Causas que motivan la fusión de los emblemas preheráldicos. 

Las causas que motivan la fusión de los diferentes grupos emblemáticos preexistentes al Sistema Heráldico las encontramos en los cambios sociales y económicos desarrollados a partir del siglo X, y que culminan en el XII. 

El objetivo que se busca, inconscientemente, es la unidad y la homogeneidad emblemática para poder identificar quién, dónde y cómo se ejerce el poder. Las causas más significativas son: 

-Fragmentación del poder. El feudalismo es el sistema social y económico que abarca desde el siglo X al XIII, y que se caracteriza por la fragmentación del poder y por la violencia ejercida para su ejercicio y mantenimiento. En palabras de BISSON "en el siglo XII el poder implicaba señorío y nobleza y se manifestaba en alianzas, paternidad, amistad, ceremonias, súplicas, juramentos y acuñación de moneda" (1) la única forma de sentirse seguro era buscar un señor al que someterse porque en torno a este siglo, la "violencia se había convertido en conducta tan normal que apenas provocaba ya persecución alguna"(2). 

Todo este despliegue de poder necesitaba manifestarse exteriormente mediante signos. Por este motivo, la aparición de la figura ecuestre en los sellos de caballeros no fue casual, sino fiel reflejo de "que en los siglos XII y XIII quienes montaban a caballo y empuñaban las armas acostumbraban a herir o a intimidar de forma habitual a caballo" (3). La figura que aparecía en los sellos representaba al titular en su mayor expresión de poder: los reyes en majestad y los caballeros armados montando a caballo.

-Vinculación territorial. Se produce como consecuencia de lo anterior. El poder está basado en la propiedad de un territorio o la pertenencia a un gran linaje. Por lo tanto, era sumamente importante mostrar públicamente esos vínculos. Así, por ejemplo, "en torno al año 1060 los caballeros de la región de Vendome asociaron su nombre a los topónimos de la comarca"(4). 

-Seguridad jurídica. Debido al aumento del ejercicio del poder, se necesita una mayor seguridad jurídica en la validación documental. Por este motivo, no sólo es necesario sellar un documento para demostrar que llega cerrado a su destinatario y que nadie lo abrió antes, sino también tener la plena seguridad de quien es su remitente. 

-Afirmación de la personalidad. Desde el siglo X se va perfeccionando la forma de nominar a las personas. Comienza a utilizarse la doble designación con el nombre familiar y un toponímico o patronímico, reforzando así la idea de pertenencia a un linaje. El control por parte de los mandatarios laicos y religiosos de la población también exigió de un mayor rigor onomástico: «Las autoridades religiosas y civiles tenían que controlar a las personas para imponer la ley y recaudar los impuestos».

Todo ello provocó un deterioro de los antiguos sistemas de denominación, que tuvieron que ser remplazados por otros nuevos: «Había que sustituir la función identificadora del nombre de pila y el apellido era un sustituto idóneo». Por ello, lo que había sido una tradición casi restringida a los grupos nobiliarios o a una fórmula vasallática propia del clientelismo antiguo, se extendió a toda la sociedad" (5). 

-Personalización de objetos de valor. Así lo afirma Haskins cuando dice que el fondo de las bibliotecas del siglo XII se sabe por "los catálogos contemporáneos y, en parte, por las descripciones tardías y señales de propiedad, como marcas u otras características que pueden encontrarse aún en los volúmenes, aunque muchas han desaparecido con las sucesivas reencuadernaciones". (6)  

-Ostentación. Nos encontramos en una época en el que la aristocracia sumida "en el gusto de gastar, la exhibición de la riqueza y del lujo, la ostentación de una prodigalidad convertida en fin en sí misma" (7). 

-Identidad de grupo. Pertenecer a la caballería suponía pertenecer a la élite social. Para poder formar parte de ella, además del elevado coste económico que suponía, el caballero o pretendiente a caballero asumía un sentimiento de identidad grupal. Los emblemas forman parte de esa identidad grupal y su uso es una forma de integración en el grupo. La imagen del caballero es común a todos, por lo que se copian los emblemas para pertenecer a la caballería. Los emblemas son todos iguales, pero a la vez, diferentes entre sí. Los emblemas identifican al caballero respecto al que no lo es. En este sentido, diferenciar a los  caballeros por los emblemas que portan es muy difícil, casi imposible. Sólo los personajes más importantes de la sociedad lograrán ese objetivo. 

Teoría de la fragmentación del ejercicio del poder. 

El Sistema Heráldico es el resultado de la evolución de los signos desde el Imperio Carolingio hasta el siglo XII. En principio, estos signos tienen una gran carga conceptual y son utilizados para exteriorizar el ejercicio del poder. Se utilizarán tanto para legitimar las prerrogativas reales, para la acuñación de monedas, el cierre de documentos o en las enseñas de combate. 

Posteriormente, con la sucesiva fragmentación territorial, los signos de poder se multiplican, y necesitan concretar su mensaje transmitiendo la jerarquía social del titular, la dignidad y el territorio donde ejercen el poder. 

En la península ibérica, en la coronación imperial de Alfonso VII en la catedral de León el 26 de mayo de 1135, ya hay constancia de emblemas heráldicos (león en monedas, por ejemplo). Consideramos que se cierra la etapa de formación aproximadamente en 1230, cuando aparece el cuartelado de Castilla y León de Fernando III, que culmina la exposición de dos emblemas en uno.

Por último, con la consolidación de las monarquías feudales, es necesario transmitir la continuidad en el ejercicio del poder, y asegurar la dinastía de cada territorio. Para ello, se utilizan signos privativos preexistentes, muy concretos y caracterizados para cada una de ellas. Estos signos pasarán a la superficie del escudo sustituyendo progresivamente a los adornos y elementos estructurales del escudo. La caracterización, el colorido y la vistosidad de los emblemas resultantes unido a la movilidad del escudo hace que cumpla, además de la función identificativa, la ornamental. 

De esta forma, son considerados dignos de figurar en los signos de valor, tales como los sellos y las monedas. La representación del escudo con emblemas heráldicos en los sellos pendientes jerárquicos nos lleva a la abstracción del escudo. Ya no se trata del arma defensiva adornado con emblemas privativos, sino del dibujo de un escudo con emblemas en un sello. Esta abstracción permitirá representar el escudo en cualquier superficie proyectando la personalidad de su titular. Gracias a la leyenda perimetral que acompañan al sello y a las monedas, podemos descifrar quién es el titular del escudo sin ningún tipo de error.

Notas

1.- BISSON, Tomas N. La crisis del siglo XII. El poder de la nobleza y los orígenes de la gobernación europea. Edic. Crítica. Barcelona. Pág. 37. 

2.- BISSON. Obra citada. Pág.. 91 

3.- BISSON. Obra citada. Pág. 31. 

4.- BISSON. Obra citada. Pág. 67 

5.- HOZ ONRUBIA, Jaime de. La identidad personal en el tránsito de la Edad Media a la Moderna en la corona de Castilla: la génesis de los apellidos. Tesis doctoral UNED. 2016.

6.-HASKINS, Charles Homer. El Renacimiento del siglo XII. Ediciones Ático de los Libros, Barcelona 2020. Pág. 75.

7.- ÁLVAREZ PALENZUELA, Vicente Ángel (Coord.). Historia Universal de la Edad Media. Edit. Planeta 2013. Pág. 385.